Mozos de escuadra(Regional Cataluña)El origen del Cuerpo de Mozos de Escuadra no solamente es incierto, sino confuso, sin que ni siquiera pueda precisarse con exactitud la fecha de su institución, pues mientras unos la remontan a 1690, otros la sitúan al término de la guerra de sucesión (1714), para aniquilar la multitud de malhechores y bandas de forajidos en que se vio infestada Cataluña al término de aquella lucha dinástica. La más antigua referencia documental que da testimonio escrito de las Escuadras y de su fundador el Alcalde o Bayle de Valls, don Pedro Antonio Veciana y Rabassa, son copias de documentos acreditativos de sus méritos y servicios, entre los que figura una certificación de don Joachin Ros y de Martí, Escribano de Cámara de la Sala Criminal de la Real Audiencia de Barcelona, en que se dice que "este sugeto nunca acostumbrado a las Armas sino sólo a la quietud de su casa y cuydado de su hacienda, fué nombrado el año 1713 por la Villa de Valls para rendir la devida obediencia a V. Magestad en manos del Marqués de Lede, Comandante General de sus Reales tropas, quien le mandó observar los movimientos del revelde Brigadier Nebot y sus seqüaces, logró desbaratar muchos de estos y capturarlos para su castigo... continuó con iguales empleos hasta el año 1719 con general utilidad del país... en el año 1719 fue uno de los Cabos de las Escuadras que se formaron contra los sediciosos para asegurar los caminos de este Principado y los sitios de especial peligro sirviendo con el mayor zelo... Desde el año 1719 hasta el presente son numerables las quadrillas de sediciosos y ladrones públicos que personalmente ha desbaratado, capturando muchos...". El Teniente Coronel de Infantería, Diplomado, don Juan Oller y Piñol, considerando 1690 como el año de su fundación, dice que en 1705 en que cayó el castillo de Montjuich. en poder de las tropas de Felipe V, se elevó el número de mozos a 40, llegando a 50 en 1711; pero no es probable que en 1690, cuando Pedro Antonio Veciana contaba sólo dieciséis años de edad, tuviera capacidad para organizar un equipo de tal envergadura, aparte de que no es hasta 1713 cuando aparece por primera vez en la vida pública.
Lo que sí puede admitirse sin lugar a dudas, aunque sin poder situar exactamente el momento de su aparición, es que las Escuadras tuvieron ya una existencia real antes de 1719, en que se ven consolidadas bajo el mando de su fundador, pues por Real Orden de 21 de abril de aquel año se dispuso la creación de unas Compañías de Fusileros destinadas a la persecución de delincuentes, previniéndose que su formación se efectuase bajo el pie en que estaba montada la fuerza del Bayle de Valls, a quien se le dio primeramente el mando de una y después el de todas ellas. Reciben a partir de entonces el nombre de "Fusileros de Montaña", pero era tanta la costumbre que había de darle el de Mozos de Escuadra, que constantemente entre justicias, el pueblo y bandidos siempre fueron conocidos por este nombre, que incluso se deslizaba en muchas ocasiones en documentos oficiales. En realidad, no era la formación de un nuevo Cuerpo, sino que tomaban carácter oficial aquellos grupos existentes. En principio, no tuvieron categoría ni asimilación militar alguna; dependían de la Sala del Crimen de la Real Audiencia de Barcelona y del Capitán General de Cataluña como Presidente de aquel Tribunal, considerándoseles como meros agentes de la Justicia, a manera de alguaciles armados; pero su Jefe y Cabos recibieron más tarde categoría dentro del Ejército. Con el correr del tiempo se les han dado distintas denominaciones : Mozor del Bayle o Batlle de Valls, d'en Veciana, Esquadres de Mossos, Minyons de Muntanya, Esquadres de Barcelona, y durante buena parte del siglo anterior el de Escuadras de Cataluña, que resucitaría la Generalidad. LA FAMILIA VECIANA.Desde un principio, la Comandancia de las Escuadras estuvo vinculada a la familia Veciana por privilegio especial concedido por Carlos III en 9 de junio de 1773, recogido en el Reglamento de que se las dotó por el General Castaños. Pero el año 1836, don Pedro Pablo de Veciana y de Pastoret renunció al cargo y su hijo primogénito Antonio de Veciana y Martí al de Cabo de las mismas, al estar en "desacuerdo con las órdenes dadas por el Conde de España por creerlas de índole política y no de las de competencia del Cuerpo" . A partir de entonces ningún descendiente directo de la familia ha seguido la carrera de las Armas ni ha tenido relación inmediata con el Cuerpo, salvo la distinción merecida por uno de ellos, don Francisco Miquel y de Veciana, que en 28 de mayo de 1925 fue nombrado Alférez-Cabo Honorario del mismo. Con aquellas dimisiones terminó lo que podríamos llamar la Dinastía Veciana de aquella Comandancia, después de cinco generaciones de ostentarla, pues sucesivamente la habían ocupado: don Pedro Antonio Veciana y Rabassa, su fundador, desde 1719 a 30 de enero de 1736; don Pedro Mártir Veciana y Civit, con la categoría de Capitán, desde el 12 de febrero de 1736 al 10 de abril de 1763; don Felipe Veciana y Osset, con el grado de Teniente Coronel, del 10 de abril de 1763 al 14 de febrero de 1798; don Pedro Mártir de Veciana y de Miró, Brigadier, del 10 de marzo de 1798 al año 1827, y don Pedro Pablo de Veciana y de Pastoret, Coronel, desde 1827 a 1836, en que renunció a ellas.
Durante la guerra de sucesión, Valls, cuna de las Escuadras, se inclinó, como la mayor parte de Cataluña, en favor del pretendiente Archiduque Carlos, de quien recibió el título de Ciudad por Decreto de 25 de diciembre de 1709, en plena guerra, ostentando en su escudo y en su bandera las Armas de la Casa de Austria (faja de plata sobre campo de gules). Las vicisitudes inherentes al cambio de rumbo operado en la política española con el resultado final de aquella guerra, hizo que dejara de usar temporalmente el título y la heráldica por algunos años, sin que, empero, le fueran derogados expresamente, por lo que volvió a usar aquellos derechos que disfruta plenamente. El haber tomado partido el fundador de las Escuadras por Felipe de Anjou, originó que se creara en torno a su figura, especialmente en Valls, una atmósfera hostil que le rodeó con el tiempo de una serie de enemistades que al combatirlo hicieron extensiva su impugnación a la propia Institución por é1 creada, considerando que su mismo nacimiento fue un medio de represión borbónica al estimar que "su principal misión fue la de perseguir a los seguidores del Archiduque Carlos y que algunos de los bandoleros que mataron no era otra cosa que patriotas partidarios de una causa diferente a la que seguía Veciana". La familia Veciana fue obteniendo de la Casa de Borbón muy señalados favores : Pedro Antonio fue nombrado primeramente Sub-Bayle y después Bayle de Valls, recibiendo carácter oficial y apoyo las Escuadras por él creadas; a su hijo Pedro Mártir se le otorgó el título de Administrador de la Tabla de los Reales Derechos del General y de la Bolla de Valls, y Administrador de su Aduana; todos ellos merecieron grados militares e incluso el segundo de los Pedro Mártir fue nombrado Cabo de la Escuadra de Valls cuando solamente contaba cuatro o cinco años, habiéndole sido dispensada la menor edad en que se hallaba para obtener tal cargo, poniendo en su lugar hasta que fuera capaz de hacer el servicio un sustituto con el sueldo asignado, resolución que si ahora se nos antoja inverosímil no lo era tanto en aquella época en que frecuentemente por los méritos del padre recibían los hijos el real favor de grados militares a muy temprana edad, habiendo este mismo alcanzado el grado de Brigadier y el cargo de Teniente de Rey en Tarragona. Pedro Antonio Veciana y Rabassa había nacido en Sarreal, pequeña localidad próxima a Valls, donde se dedicaba al trato de caballerías, que hizo extensivo a todas las ferias y mercados de la comarca, negocio que fueron prosiguiendo con mayor o menor dedicación sus descendientes, siendo este el motivo de que se estableciera en Valls, centro agrícola a industrial de señalada importancia. A pesar de no haber nacido en dicha ciudad, su Ayuntamiento en sesión de 7 de enero de 1891 acordó establecer una Galería de Vallenses ilustres, iniciándola con su retrato al óleo, siendo inaugurada en 4 de febrero del mismo año con motivo de las fiestas decenales de la Candela. Aquella animadversión contra el fundador de las Escuadras, latente a olvidada, resucitó después de largos años a la caída de la Dictadura del General Primo de Rivera, con una campaña de Prensa tan desfavorable que el mismo 14 de abril de 1931, al proclamarse la República, "fue necesario detener unos brazos que iban a defenestrar el retrato del Comandante Veciana después de haber lanzado a la calle el del Borbón"; pero más tarde, el Ayuntamiento, en 23 de mayo siguiente, aprobaba por unanimidad un Dictamen presentado por su Comisión de gobierno proponiendo sacar de aquella galería el retrato de Veciana y retirar la tela al Archivo Municipal. Esta hostilidad, movida por pasiones políticas, alcanzó de nuevo a las Escuadras, al decir que si la Diputación de Barcelona votaba su supresión no era necesario que los vallenses se "enfrascaran" demasiado, pues incluso sería gozoso presenciar el fin definitivo de una cosa que en sus inicios no podía ser considerada entre las que honran, aunque se opinó también que aquella campaña era promovida al ver lo muy distinguido que el Cuerpo había sido recientemente por Alfonso XIII y que incluso de haberse suprimido por la anterior Diputación los mismos que las combatían levantarían su voz en protesta, considerando tal supresión como un fuerte agravio inferido a Cataluña. ORGANIZACIÓN Y EXPANSIÓN.Del detenido estudio de diversos mapas, gráficos, documentos, estados de situación, etc. de diversas épocas, se aprecia que su expansión a través del siglo XVIII va envolviendo la comarca del "Alt Camp de Tarragona" donde nacieron, extendiéndose hasta cubrir la totalidad de los catorce Corregimientos en que se dividía el Principado. Su organización y expansión (a partir de Valls con reducido número de mozos y al poco a las cercanas localidades de Riudoms y Rodonyá) fluctúa siguiendo el compás no solamente de los vaivenes políticos que movían España, sino que ejercen también su influencia sobre ellas además de las luchas sostenidas en nuestro propio solar patrio, otras exteriores en las que nos vimos arrastradas y que al dar lugar a ciertas convulsiones internas obligaron a prestar una más singular atención al mantenimiento del orden y tranquilidad ciudadana : guerra de sucesión de Polonia (1783-35), en que se crean Escuadras en Falset, Santa Coloma de Queralt, Amer y Solsona; de sucesión de Austria (1742-48), con la creación de las de Torres de Segre, Santa Coloma de Farnés y Figueras; guerras con Inglaterra, en que llegan hasta Seo de Urgel, Olot, Mora de Ebro, Balaguer y Barcelona, y finalmente, entrado ya el siglo XIX, tras la guerra de la Independencia, que alcanzan los Pirineos por el Valle de Arán. Por el contrario, en otros momentos de paz y sosiego sus fuerzas disminuyen, pasando por épocas en que su existencia, sin haber llegado a una desaparición total, fue manifiestamente precaria. En sus primeros tiempos, la sucesión hereditaria de mando no se limitó solamente a su Comandante, sino que era extensiva también a muchos Cabos que mandaron Escuadras locales, como puede apreciarse por la repetición de apellidos (Navarro, Vidal, Esclusa, Roig, Aymerich, etc.) que se reflejan en estados, nóminas, situaciòn de fuerzas, cartas, etc. de épocas distintas. A pesar del establecimiento de la Guardia Civil en Cataluña, continuaron los Mozos de Escuadra con su especial cometido, siendo precisamente en el año 1844 cuando mayor expansión alcanzaron al encontrarse ubicados en cuarenta pueblos situados en puntos neurálgicos de paso y cruce de los principales caminos del Principado, dominantes de las más importantes vías de comunicación del momento ; con un total de 1 Comandante, 14 Cabos, 26 Sub-Cabos y 474 Mozos, advirtiéndose siempre el "cuidado que se ha tenido de no colocar (excepto en Barcelona) fuerza alguna en las ciudades y pueblos numerosos, sino en los de mediano y aun reducido vecindario, por cuyo medio alejada la contingencia de que se ocupa a sus individuos en objetos extraños a su Instituto se proporciona que, siendo menos observados dan a sus operaciones aquel sigiloso impulso que rara vez las hace infructuosas", habiéndose incluso acordado por Real Orden de 22 de febrero de 1847 un aumento de sus efectivos sin exceder del doble del que tenían. La inestabilidad de los regímenes y los trastornos y luchas internas a las que estuvo sometida nuestra historia ochocentista marcaron el ritmo de la vida de muchas instituciones del país, al que no escaparon las Escuadras catalanas. "A consecuencia de una algarada en el año 1866, el Comandante del Cuerpo ordenó hacer fuego contra la multitud agrupada en las Ramblas de Barcelona. Aunque algunos autores recriminan el acto del Comandante Vidal censurándole porque mandó disparar, según dicen sin previo aviso, otros por e1 contrario califican dicho acto como de disciplina y consecuencia de órdenes recibidas para mantener el orden. Murió un joven que estaba en los pórticos de la Plaza Real, sin que nadie supiera determinar si fue a consecuencia de la descarga de los Mozos de Escuadra o por disparo de otra persona" Esta circunstancia fue aprovechada por sus adversarios para crearles un ambiente tan desfavorable que al triunfar la revolución de 1868 que destronó a Isabel II, lo primero que hizo la Junta Revolucionaria de Barcelona fue disolverlos. A1 restaurarse la Casa de Borbón en Sagunto por el General Martínez Campos (29 de diciembre de 1874), se pensó también en la restauración de las Escuadras ; pero solamente la provincia de Barcelona entre las cuatro catalanas llevó adelante su intento, ante la impasibilidad de las otras de contribuir a su sostenimiento por falta de medios económicos, y por Real Decreto de 3 de mayo de 1880 (C.L. núm. 191) se aprueba su restablecimiento limitado a la provincia de Barcelona, para suplir el aumento de la Guardia Civil, para el que estaba autorizada la Diputación de la misma. Se disponía que sería considerado como la Guardia Civil, a cuyo Reglamento se ajustaría para la prestación de su servicio, dependiendo para el del Gobernador civil y del Capitán General del Distrito en su parte militar. Por otro Real Decreto de 4 de mayo de 1892 (C.L. núm. 119) se reorganiza militarmente, quedando comprendido en el artículo 5 ° de la Ley de 19 de Julio de 1889, adicional a la constitutiva del Ejército y sujeto, por tanto, a las Ordenanzas Generales del mismo y al Código de Justicia Militar, dependiendo del Ministerio de la Guerra para su organización y disciplina, y del de la Gobernación por lo que respecta al servicio; desempeñando sus funciones de Inspector nato el Capitán General de Cataluña y su sostenimiento costeado por la Diputación Provincial de Barcelona. Se establece asimismo su plantilla, consistente en 225 hombres al mando de Jefes y Oficiales del Ejército, respetando los derechos adquiridos por el Jefe y Cabos existentes en aquel momento. En 9 de noviembre de 1885 se redacta la "Cartilla para el servicio que deben prestar las Escuadras de Barcelona". SOSTENIMIENTO DE LAS ESCUADRAS.No hay duda alguna respecto al hecho de que en un principio las Escuadras estuvieron sostenidas a costa de su fundador, como que confirman algunos documentos fehacientes "...continuó siempre a su costa la persecución de los delincuentes... los gastos que ha hecho siempre en servicio de V. Magestad y el bien público..." "...le dio la Audiencia de Cathaluña especial comissión para perseguir a los sediciosos y ladrones que infestaban los caminos y montañas de aquellos parages; lo que executó a su costa..." "...capturando innumerables delincuentes sin haver querido recibir nunca gratificación alguna...", llegando incluso a hacer verdaderos sacrificios hasta el de enajenar parte de su patrimonio, cuando no era devastado por parte de aquellas gentes "que al tiempo satisfacían su rencor destruyendo la hazienda de Veciana...". A medida que van adquiriendo prestigio aquellos primeros grupos organizados por el Bayle de Valls, otros municipios de la comarca solicitan también tener sus Escuadras y mantenerlas a sus expensas, hasta que llegan a extenderse por todo el Principado. En cada uno de los catorce Corregimientos existía un "colector" -que percibía el 10 por 100 de la recaudación-, quien enviaba las cantidades a Capitanía General para su distribución entre las Escuadras. No obstante, la ciudad de Barcelona y los Corregimientos de Talarn y Valle de Arán tardaron mucho tiempo en satisfacer esta contribución.
En el año 1774 los Ayuntamientos se ofrecen voluntariamente a aportar mayor cantidad para el sostenimiento de los Mozos, teniendo presente la cortedad de sus sueldos, que eran en 1768 de 525 males de vellón mensuales para el Comandante, 315 para los Cabos y 105 para los Mozos. En esta forma continúa abonándose y percibiéndose el impuesto de "escuadras", hasta que en 16 de septiembre de 1826 la Sección de Contribuciones de la Contaduría de la Provincia de Cataluña eleva una consulta al Señor Intendente del Ejército y Principado, que es sometida a la consideración del Capitán General, haciendo constar que en 1729, para que las Cabezas de Partido pudieran tener un conocimiento de la cantidad con que cada uno debía contribuir, se mandó se les manifestase por medio de un estado expresivo lo que hasta entonces habían satisfecho y lo que en adelante debían pagar, "...ordenando fixar la expresada disposición en todas las cabezas de Partido y pueblos de su comprehensión...", añadiendo que "...ante la obligación y facultad que tienen los Intendentes de tener conocimiento muy circunstanciado de todas las contribuciones, tributos a impuestos de cualquier especie... si debe considerarse como una contribución o bien un arbitrio", proponiendo "...que en adelante se recaude el referido impuesto o llámese repartimiento por los empleados de la Real Hacienda entrando sus fondos con total separación en arcas con la intervención del ramo a que están aplicados dichos caudales, pues hasta entonces la única intervención que tenía aquella oficina era ... solo en el suministro de las raciones de pan mediante sus recibos firmados por sus respectivos Jefes, que presentados por el asentista se procede por esta Dependencia a su liquidación y abono con arreglo a la contrata del Ejército". En 1828 se estableció que estas cuotas las "deberán satisfacer los pueblos con la mayor puntualidad y exactitud en cada trimestre... pues el interesante servicio que prestan las Escuadras y que se halla muy recomendado por el Excmo. Sr. Capitán General no permiten el menor disimulo ni consideración". Restablecidas las Escuadras en 1880 tras diversos años de supresión y limitadas a la provincia de Barcelona, se dispuso que aquella Diputación Provincial atendiera al pago del personal, suministro de raciones de pan y pienso, vestuario y equipo; y a cargo de la misma Corporación corre el sostenimiento de la Sección existente en la actualidad. UNIFORME Y VESTUARIO.El primer núcleo que constituyo las iniciales Escuadras del Bayle de Valls, cuando no era sino un reducido número de mozos de labranza sostenido a costa de su fundador, lanzado a la persecución de malhechores, no usó ninguna prenda común de uniforme que los distinguiera. Pero a partir de 1719, en que se crean las Compañías de fusileros de montaña, Para dar más realce al flamante Cuerpo, se dispuso que en su uniforme "usaran los Mozos los tres colores de la Casa de Borbón : el azul turquí, el rojo y el plata, al igual que los Guardias de Corps, Alabarderos y Escolta Real, tocándolos con el sombrero de copa francés, introducido en España por el Rey a su advenimiento y usado por sus partidarios como distintivo borbónico".
En una descripción del uniforme del año 1761 se dice que consiste en "gambeto de pafño azul veinte y quatreno forrado de estameña encarnada, ojales de seda blanca a dos lados hasta cintura y botones de estaño con seis alamares de plata, divididas en las vueltas entre las mangas. Casaquilla encarnada con botones de cascarilla de plata. Calzones largos de cordellate. Tondetes o basquiñas de dos palmos largo, de algodón azul con cinta amarilla. Sombrero chico con galón de plata y escarapela negra. Red azul. Charpa Para poner armas". En a1gunas épocas el vestuario tenían que pagárselo los propios Mozos y en otros constituyó una obligación municipal como lo era el abono de sus sueldos. Su confección se hacía mediante contrata con los industriales correspondientes y a la recepción de los géneros se nombraban dos peritos para inspeccionarlos y justificar si se ajustaban a las características de los modelos y contratos.
El Reglamento de 1816 señalaba que el uniforme del Comandante y Cabos sería casaca con solapa y calzón de paño azul turquí, collarín, vuelta y chupa encarnada, cordoncillo de plata al canto, sombrero con galón de plata y escarapela roja, espada y bastón con puño de oro el Comandante y de plata los Cabos. Los Mozos llevarían gambeto también de paño azul turquí, vuelta y portezuelas de las faltriqueras encarnado, con cordoncillo de seda al canto, embozos de estameña encarnada, chaleco de indiana, jaquetilla de media grana a otro género encarnado con botones de metal blanco; pañuelo de seda negra al cuello, faja de estambre, calzón ajustado, medias de estambre azul cuando estén en sus destinos y de hilo blanco en facción o sobre marcha, alpargatas con cinta azul Para atarlas hasta media pierna y sombrero redondo ribeteado de galón de plata y escarapela roja. Su armamento consistía en escopeta larga o carabina, sable, un par de pistolas cortas o de charpa, y bayoneta corta. "Pero lo del sombrero de copa y alpargatas, ¿cómo se explica? -preguntamos al Jefe actual de los Mozos de Escuadra, Capitán don Demetrio Albert Leal- . -Porque con tales atributos de diferentes clases sociales, el sombrero de copa, símbolo de los propietarios, y las alpargatas, símbolo de los payeses, se afirmaba bien claramente que los Mozos de Escuadra estaban lo mismo al servicio de los ricos que de los pobres, para defender a unos y otros de los malhechores". MISIONES EXTRAORDINARIAS.Aunque el principal instituto de !as Escuadras era "recorrer los pueblos y caminos, dar favor a las Justicias, descubrir y prender a los delincuentes, gente vaga y mal entretenida y asegurar la tranquilidad de los honrados habitantes", se las ocupó frecuentemente en otras misiones de mayor o menor importancia. Era tal la confianza que inspiraban, que el Fiscal de la Real Sala del Crimen de Barcelona encargó a su Jefe averiguar el autor de un anónimo contra personal de la propia Sala, recibido en la misma; pero en "la inteligencia que ha de proceder Vm. a esta averiguación extrajudicialmente sin figura alguna de inicio y con la mayor reserva y secreto; haciéndosele a Vm. sobre esto último el más estrecho encargo y hacer responsable si llegase a traslucir". Se las empleó en el resguardo de las fábricas de sal del Principado durante los veranos, aunque su Comandante alcanzó un Decreto de S.M. revocando esta orden, por no ser este su destino. Debido a que la "seguridad tan desatendida de las cárceles proporcionaba que los reos recluidos en ellas recobrasen frecuentemente su libertad...", habitualmente tenían que dedicarse a la captura de reos fugados, para lo que eran requeridos por las justicias locales. También se les aplicó para contener cualquier desorden con motivo de festejos nacionales o fiestas de carácter local; en dar escolta a personalidades, incluso fuera del Principado; custodia de palacios oficiales; captura de desertores; caza y pesca; recluta de gente voluntaria para el Ejército, etc. En el año 1819, debido al "estado de salud de las ciudades de San Fernando, Cádiz y pueblos inmediatos", para que "con constante vigilancia y prudentes precauciones evitar la propagación de la fiebre amarilla", se dispuso que a las Escuadras se les confiara la "observación en el ingreso a Cataluña de cuantos procedan de los Reinos de Valencia y Aragón a fin de evitar que se introduzca persona alguna que no legitime con pasaporte su calidad y procedencia". Aunque más raramente, se observa que también fueron empleados en cometidos que tal vez no les eran específicamente propios, pues el Capitán General de Cataluña, Marqués de Campo Sagrado, en 28 de marzo de 1826 ordenaba al Brigadier Jefe de !as Escuadras se prestase auxilio "al arrendatario del Marqués de Palmerola en los casos en que fuese preciso que no se lo impidan otras atenciones preferentes del servicio, a fin de que el común y particulares del pueblo de Solivella, del partido de Montblanch, no se retraigan en pagar, como acontece, el Diezmo, censos y demás derechos que por legitimidad corresponden a su Principal". LAS CONFIDENCIAS."No se mueve una sola hoja de un árbol malo -decía el Comandante don Felipe Veciana- que yo no lo sepa al instante. Ya sé dónde he de dirigirme y con quienes he de conferenciar para descubrir al autor de cualquier delito; pues mis confidentes están clasificados, sirviendo unos para dar noticias de robos; otros, de asesinatos; otros, de violaciones, sacrilegios, etc., porque en este mundo cada persona sirve para su cometido, según me ha enseñado la experiencia.". Ya su antecesor, don Pedro Antonio Veciana, que fundara las Escuadras, en sus horas postreras al dictar a su hijo y sucesor en ellas unas reglas de conducta para el buen servicio no se olvidó de la necesidad de las confidencias y la importancia que la reserva y el sigilo tienen para alcanzar el éxito en el servicio. "Debes ser severísimo contra los mozos que faltaren al sigilo y respecto a los confidentes y a todos los actos del servicio que exigen secreto; contra los que no tratan con amabilidad a esos mismos confidentes... el gran secreto de las Escuadras consiste en sus continuas y seguras confidencias debidas, no al cebo de las recompensas pecuniarias con que a veces es necesario retribuir a los confidentes, sino a la convicción que debe inculcarse a todos los hombres de bien, de que, cooperando ellos por su parte por medio de sus confidencias, es, como se ha de lograr su propia seguridad, la de sus vidas e intereses... De esta manera es como yo he logrado establecer una especie de red de confidencias tan minuciosas, exactas y oportunas que bien fomentada podrá, ser con el tiempo un servicio de policía que hará muy necesarios y útiles los servicios de las Escuadras." Prosigue a continuación con ciertas consideraciones sobre la importancia de echar "mano de los malvados y perdidos para las confidencias"; pero también le advierte que debe partir siempre en estos casos de aquel adagio que dice que "el olmo nunca produce peras", por lo que no debe fiarse de ellos, sino saber interpretar sus intenciones, debiendo procurar que jamás se descubra el confidente. Efectivamente, siempre se tuvo cuidado en no citar sus nombres en ningún documento : "... vino a encontrarme en el medio del camino uno de mis confidentes dándome la noticia de que en la referida Villa de Espluga Calva se hallaban tres mancebos de Vimbodí...", y en otra ocasión "... a incorporarme a mi partida de Cavo y Mozos del Puente de Molins de Rey en donde me estaban esperando y luego inmediatamente despaché como acostumbro practicarlo, a mozos con un confidente que de continuo me llevo...". Una confidencia escrita llevada y entregada "en mano" según consta en el reverso de la misma, al Jefe de las Escuadras de Valls, decía: "... Me aseguran que ayer vieron a las siete de la mañana estuvieron sentados en el Calvario de Alcover los famosos y pacíficos ladrones Asesinos el Harpet, La Rei y que se les ha juntado uno llamado Grozó el Pintó, hermano de un cerrajero o cuchillero de esa villa que habita en el pati del Castell. Esse tal Grozó cenó y durmió el Jueves día 13 en el mesón o taberna de este lugar y dixo bolvería acá el día de la fiesta maior que como Vm. sabe es mañana. Todo lo que le aviso para que haga Vm. de esta noticia el use que mire conveniente. Es factible que si no se logra la captura de semejantes hombres hagan resentir sus efectos contra algún concurrente a la feria de Prades...". VEREDEROS Y CELADORES DE GITANOS.Aparte de los mozos propiamente dichos, con dependencia de las Escuadras, existían los verederos, los celadores de gitanos y aunque con cierta autonomía las Rondas volantes y los mozos particulares. LOS VEREDEROS (de vereda) tenían la misión de circular las órdenes del gobierno y autoridades, estando reputados como tales mozos a quienes se les igualaba en sueldo y consideración, disfrutando como ellos de vestuario y armamento, habiendo sido proverbial la diligencia con que circulaban los despachos que se les confiaban. El Conde de España felicitó al Comandante de las Escuadras desde el Valle de Arán, porque "los pliegos que había recibido llegaron de Tarragona en tres días, de modo que habían andado más de trece horas diarias en el país más escabroso".
LOS CELADORES DE GITANOS estaban encargados de vigilarlos para que no llevaran una vida nómada ni se dedicaran a brujerías, buenaventuras, etcétera. Solían ser de su misma raza, pues conocedores mejor que nadie de su vida, costumbres, vicios y forma de comportarse, podían ejercer un mayor control sobre sus movimientos, obligándoles a cumplir lo dispuesto en la Real Cédula de 1 de marzo de 1787, que prescribía las "reglas convenientes para contener y castigar a esta clase de gentes y reducirlas a vida civil y christiana como los demás vasallos...". Un antiguo "zelador de gitanos" al que se le había retirado su nombramiento, decía : "... el exponente, aunque de raza de los antes llamados gitanos por descender de uno de la familia antigua Carbonell... que desde que estas gentes han tenido alguna inteligencia de haberse revocado al exponente el nombramiento de Bayle Zelador van dejando su domicilio divagando de unas partes a otras y algunos de ellos acompañados a más de su propia muger de otras con las que están amancebados causando los mayores escándalos y muchos perjuicios con sus raterías y estafas... Mientras el exponente tuvo el encargo de Bayle Zelador no se experimentaron tan perniciosos desordenes, pues el temor que les causaba era capaz de contenerlos...". Algunos particulares en la segunda mitad del siglo XVIII, para la custodia de sus propiedades y haciendas obtuvieron licencia para "armar hombres asalariados por su propia cuenta y vestirlos con uniforme de los mozos de es cuadra", quienes quedaban vagamente subordinados al Comandante de los mismos, que podía exigir su servicio en caso necesario, por lo que venían a ser una especie de los actuales Guardas jurados. Los Monasterios de Poblet y Scala Dei tuvieron sus Mozos particulares. Existieron también con la misión específica de perseguir el contrabando, tan intenso y arraigado en las últimas décadas del siglo XVIII, las llamadas RONDAS VOLANTES, compuestas por Mozos sin destino fijo en ellas, entresacados por turno alternativo de las otras Escuadras. Estas Rondas, cuya base fija estaba en Amer, Torres de Segre y Mora de Ebro, nada tuvieron que ver con las llamadas Rondas Volantes de Cataluña o "Ronda del Pirrot", antiguo contrabandista que habiendo solicitado gracia de indulto y haberse ofrecido con otros compañeros para formar una partida o ronda volante dedicada a perseguir el contrabando, una Real Orden dispuso que el Capitán General les recibiese juramento y diese auxilio en la organización. CONTRABANDO."Las quadrillas numerosas de vagos, contrabandistas y facinerosos que con sus excesos infestan los caminos y pueblos a pesar de la actividad y vigilancia que se puso en perseguirlos... ", como decía la Real Cédula de 1 de marzo de 1787, nos demuestra cual era el movimiento contrabandista de España en la segunda mitad del siglo XVIII, que en Cataluña había adquirido caracteres alarmantes por su situación geográfica frontera con Francia y por lo accidentado de su litoral, tan propicio para esta clase de introducciones fraudulentas. Las bandas de contrabandistas, numerosísimas, cruzaban los Pirineos y siguiendo unas rutas determinadas iban dispersándose a medida que se internaban en el Principado, de forma que juntándose con las llegadas por vía marítima (especialmente por Garraf, Calafell, Altafulla y Torredembarra) cubrían todo el territorio catalán, introduciéndose también para su ilícito comercio en los Reinos de Valencia y Aragón.
Los Mozos tuvieron que dedicarse en franca competencia con la llamada "Ronda del Pirrot" a la persecución de este tipo de delincuente, tanto por el mal que causaban al Erario como por los estragos, abusos y violencias que frecuentemente cometían, porque "empezando por el delito de contrabandistas descienden al de salteadores de caminos". El Conde de Ricla, desde Madrid escribía a don Felipe Veciana el 25 de julio de 1770: "... Para este efecto espero que Dn Manuel de Vadillo me debuelva el Proyecto de Vm. sobre el exterminio del contrabando en ese Principado que le dirigí con a1gunas adicciones que deven ampliarle, en beneficio y honor de Vm. y las Escuadras de su mando...". lo que demuestra la inquietud existente para su extinción por parte del Comandante de las Escuadras, quien el 17 de diciembre del mismo año hace una aprehensión de catorce libras de tabaco de Brasil, con reos, siendo numerosas las intervenciones, capturas y encuentros sostenidos con las incontables partidas que pululaban por doquier, y que se reflejan en las comunicaciones, cartas, oficios, etc., tanto de los Cabos como de su Comandante, que todavía se conservan : "Causa enfado ver en misa hasta catorce contrabandistas con sus carabinas y los días de más concurso bailan públicamente armados y con mucho pañuelo, como diciendo que son los dueños del país... se presentan armados cada uno con dos o tres trabucos, sables, carabinas, pistolas y puñales...". A los Mozos que estaban al servicio de los Administradores de Rentas se les abonaba una gratificación de "medio real diario conforme a las órdenes de la superioridad" y asimismo se les abonaba cierta cantidad por cada captura que hicieran de contrabandistas. GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.Fue durante el mando del cuarto Comandante e las Escuadras, don Pedro Mártir de Veciana y de Miró, cuando tuvo lugar la invasión napoleónica. El Principado de Cataluña fue una de las regiones españolas que más sufrieron las consecuencias de aquella terrible lucha por su independencia. "Poco numeroso el Ejército español, sin organización verdadera, sin material, sin experiencia de la guerra sus Jefes, naturalmente habían de sufrir frecuentes descalabros, y el daño ocasionado a los franceses era más bien causado por los guerrilleros o partidas sueltas que muy numerosas con gran valor y conocimiento del terreno y con cierta organización militar, no descansaban en su patriótico encono contra el invasor.". En esta lucha de guerrillas tomaron parte muy activa los Mozos de Escuadra, aunque si bien al no formar sensibles contingentes, porque sus efectivos no eran tampoco muy numerosos, "muchos de sus individuos se incorporaron a los Cuerpos de Migueletes de las Compañías de sus respectivos Corregimientos" o "unieronse a los somatenes que tan brillante página de la Historia de España escribieron por su valor y patriotismo", facilitando grandemente su actuación la diseminación en que se encontraban y el perfecto conocimiento del terreno y sus gentes. Bien es verdad que durante este periodo estuvo el Cuerpo si no desorganizado, sí atravesando una época de casi continua desconexión en que frecuentemente se perdía todo contacto entre Jefe, Cabos y Mozos, lo que les obligaba muchas veces a obrar aisladamente y con independencia, pero siempre dotados del mayor espíritu de patriotismo y abnegación. Los pueblos en cuanto les era posible continuaban satisfaciendo sus cuotas o contribución por "escuadras", aunque en una relación de repartos, sin fecha pero que comprende aquel periodo, dice "que no habiéndose podido averiguar aún por las circunstancias del día las cantidades totales que pagan los Corregimientos de Barcelona, Vich, Manresa y Gerona, no pueden saberse los sobrantes anuales que se entregan a la Capitanía General". Mozos de Escuadra se encuentran en el Bruch, en el sitio de Hostalrich, en Lérida, en Mequinenza, en La Bisbal, en el sitio de Gerona; organizan transportes, llevan correos secretos, a veces a través de las líneas enemigas... . El General Álvarez de Castro, durante el sitio de Gerona, se vale de los Mozos de Escuadra "... sirviéndoles de confidentes... para recorrer los pliegos del real servicio desde el Cuartel General de Vich hasta exponer millares de veces sus vidas para entrarlos en esta Ciudad y entregarlos en manos del Héroe que la tiene coronada de glorias, como efectivamente cumplieron todos aquellos rectos deseos del Barón insigne... ". Durante el sitio de Tarragona por los franceses, "solamente con 75 hombres consiguió Pedro Mártir Veciana en 12 de mayo de 1811 detener un convoy francés custodiado por 1.000 jinetes y un Escuadrón de caballería", dando tiempo a que acudiera el Barón de Eroles con sus guerrillas que se apoderaron "cerca de Falset de 300 acémilas" del mismo. "Si las circunstancias en que nos hallamos -decía el General O'Donnell, Jefe de las fuerzas de Cataluña- no impidiera la formación de tres o cuatro batallones montados bajo el pie de las Escuadras, estoy seguro que una fuerza así organizada prestaría eminentes servicios a la Patria...". PRIMER REGLAMENTO.- MONTEPÍO.Una Real Cédula de Fernando VII, de 1814, dice que "habiéndose aumentado en estos últimos tiempos el número de malhechores por las causas bien notorias de la deserción de los Exercitos, libertad que tumultuariamente se había dado a los reos, disolución de algunas guerrillas...", para lograr su extinción se disponía se "formen las Escuadras de Valls y Rondas Volantes... sobre el pie y baxo las reglas en que se hallaban". Efectivamente, al finalizar la guerra de la Independencia el país se vio materialmente infestado por un "considerable número de malhechores que no contentándose con robar las propiedades agenas se entregan a todo desorden y cometen los mayores excesos". El mal es grande y las providencias han de ser extraordinarias, dice el General Castaños al hacerse cargo de la Capitanía General del Principado en 1 de marzo de 1816. Las Escuadras desde su creación, a pesar de que iban teniendo ya una larga existencia, no disponían de otro Reglamento que las prevenciones, instrucciones y normas dadas por su Comandante y Cabos para el mejor logro de sus cometidos. Reconociendo la necesidad que había de practicar el aumento de fuerza y dotaciones indispensables para constituirlas "sobre el pie que correspondía, a fin de restituirlas a su antiguo esplendor y prestasen los servicios que han hecho desde su creación", el General don Francisco Xavier de Castaños redacto en 4 de abril de 1816, al poco tiempo de su llegada al Principado, una Instrucción a manera de Reglamento, "en que demarcándose la dependencia, fuerza, goces, prerrogativas y armamento de las Escuadras de Valls, se establecen las facultades y obligaciones afectas al Comandante, Cabos y Mozos y en general las reglas para el útil servicio de este Cuerpo". En dicha Instrucción se concreta su dependencia absoluta del Capitán General, a quien tenían que dirigirse los Tribunales en solicitud de cuantos auxilios necesitaren, siendo su principal instituto el de recorrer los pueblos y caminos, dar favor a las justicias, descubrir y prender a los delincuentes, gente vaga y mal entretenida y asegurar el orden y tranquilidad de los honrados habitantes; estableciendo su plantilla en un Comandante, un Segundo, catorce Cabos y 252 Mozos, distribuidos en 14 Escuadras, en disposición de comunicarse y auxiliarse mutuamente y cubrir el Principado. Entre las prerrogativas determinaba que sería afecta a los Cabos la graduación de Subteniente con Real Despacho y lo mismo al Comandante si se verificase optar de simple paisano a este empleo, bien que con opción unos y otros a los ulteriores ascensos a que les hiciera acreedores su antigüedad y servicios. Continúa describiendo el uniforme y armamento, sueldos, montepío, faltas, castigos, así como las obligaciones y facultades del Comandante, Cabos y Mozos, modo de proveer las vacantes, relaciones de las justicias en auxilio de las Escuadras, etc. Con la misma Real Orden aprobadora se acompañaba el "Reglamento para un Montepío para las viudas a hijos de los individuos del Cuerpo de Escuadras de Valls", redactado asimismo por dicho General en 30 de marzo de 1816. Hasta entonces, la suerte de los individuos de las Escuadras no estaba asegurada; tenían muchos y arriesgados deberes que cumplir, siendo así que “todos los días veían a las mujeres a hijos de sus compañeros muertos las más de las veces en el campo de sus contínuos combates, pidiendo limosna, víctimas de la más espantosa miseria". Esto vino a remediarlo dicho Montepío, que estableció para la viuda y en su defecto por muerte o por haber pasado a contraer nuevo matrimonio, para los hijos varones hasta la edad de dieciséis años si no tomaren estado antes o adquiriesen maestría en alguno de los oficios o arte y a las hijas hasta que se coloquen, una pensión que oscilaba entre la mitad del sueldo, una tercera parte del mismo o dos mensualidades por una sola vez, según las circunstancias de la muerte -si fue o no en acto de servicio o consecuencia de él- y a los años de servicio. Sus fondos se cubrían con los descuentos del haber integro de un mes, por una sola vez, "acordándosele al término de tres para que sufra más cómodamente este descuento" y la cuota mensual del haber integro de un día de su respectivo sueldo. Por otra parte, "ningún provisto en las vacantes tomaba posesión hasta primero de mes y la diferencia de sueldo en los días que hubiesen discurrido desde el inmediato al que ocurrió la vacante, quedaba en favor del Montepío". Estos descuentos los hacían los Cabos al recibir la Carta de pago de los sueldos, y resumidos por el Comandante, eran remitidos mensualmente a Capitanía General. PERIODO CONSTITUCIONAL.Terminada la guerra de la Independencia y apenas llegado a España Fernando VII, el Rey Deseado, dio un "golpe de Estado" en Valencia aboliendo la Constitución de 1812 y todas las Leyes de las Cortes de Cádiz, de acuerdo con el movimiento, general en Europa, de reacción contra los principios constitucionales. Es entonces cuando se reorganizan las Escuadras y se las dote por primera vez de un Reglamento, creándose su Montepío: "los años de la restauración borbónica y de represión absolutista contra los liberales que van desde el final de la guerra del francés hasta el pronunciamiento constitucional de Riego, el año 1820, fueron años de éxitos y de satisfacciones para el cuarto Comandante Veciana". Pero al triunfo de la revolución liberal y ser restablecidas las Leyes de las Cortes de Cádiz, aunque al principio nada parecía indicar una incompatibilidad del nuevo sistema con las Escuadras, la creación de la Milicia Nacional -dedicada precisamente para la persecución de delincuentes-, la falta de pago de sus sueldos y ciertas medidas tomadas por el nuevo régimen, dieron lugar a que gran parte de su personal tomara partido por el absolutismo, pasándose muchas Escuadras a las filas realistas del Barón de Eroles, al que incluso acompañaron a Francia durante su exilio, disolviéndose por Decreto de las Cortes de 8 de noviembre de 1820, aunque sus componentes continuaron contribuyendo para su Montepío hasta septiembre, inclusive, de 1821. Don Pedro Mártir de Veciana y de Miró, que alcanzaría más tarde el grado de Brigadier, y su hijo Pedro Pablo, Teniente de los Reales Ejércitos y Cabo de las Escuadras, sufrieron las mayores persecuciones "por adictos a su Rey Soberano y justa causa... habiéndoseles vejado, oprimido y desterrado del pueblo de Valls... y deportado al presidio de Ceuta ...", porque al extinguirse el Cuerpo prefirió el retiro a su casa "a la obligación que se le quería imponer de combatir contra los que defendían los derechos del trono", si bien a la caída del sistema constitucional fue de nuevo repuesto como Bayle de la villa de Valls por el Capitán General del Principado Bacón de Eroles, siendo entonces cuando de nuevo vuelven a reorganizarse las Escuadras, que en un solo año (periodo de 1824-1825) hicieron más de un millar de capturas. CREACIÓN DE LA GUARDIA CIVIL.Mediado el siglo decimonono se produce en España un fenómeno histórico, como lo han calificado algunos, o social, como han querido determinar otros la creación de la Guardia Civil. El Mariscal de Campo don Francisco Javier Girón Ezpeleta las Casas y Enrile, designado por Decreto de 15 de abril de 1844 como Director General de la Organización del Cuerpo, se dirige a los Capitanes Generales de Distrito interesándoles un estado de las Compañías de Escopeteros fijas, sueltas o escuadrones existentes en las Capitanías Generales, porque "...éstas en mi concepto –decía- habrían de servir de base Para la formación del Cuerpo... pues siendo estas fuerzas de tiempo anteriores, destinadas a una parte del servicio que había de prestar la Guardia Civil, una de las primeras necesidades para formar eéta con la debida copia de antecedentes era, sin duda alguna, la de saber la anteriormente existente para basar la Guardia Civil sobre lo bueno que hubiera y desarraigar lo malo". Por lo que respecta a los Mozos de Escuadra, el Duque de Ahumada, en informe emitido en 8 de junio de 1844 al General Narváez, a la sazón Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra, expresaba que "... en su opinión, vista la antigua y buena organización de las Escuadras de Cataluña de que tenía cumplidas noticias anteriores y cuyos servicios y buena opinión he observado muy de cerca en la revista de inspección que he pasado a las tropas existentes en aquel Distrito; convencido como siempre lo he estado y a V.E. consta de la gran fuerza moral que tienen los Mozos de Escuadra en lo interior del Principado, la cual necesitaría la Guardia Civil o cualquier otro Cuerpo que los sustituyera, largo tiempo para adquirir, íntimamente persuadido de la gran conveniencia de respetar las tradiciones de los pueblos y las instituciones ya acreditadas antes de sustituirlas por otras nuevas...", proponiendo a continuación "... que por ahora e ínterin la Guardia Civil adquiere el debido prestigio en los pueblos, continúen las Escuadras de Cataluña con su organización, vestuario, pie y fuerza que en el día tengan, considerándose como la Infantería de aquel Tercio, y poniéndose bajo las órdenes del Jefe de él". Y añade después : "... formándose este Tercio de la manera mixta que acabo de proponer, pagándose los Mozos de Escuadra por los mismos medios que en el día lo están, y sólo las dos Compañías de la Guardia Civil como el resto del Cuerpo, proponiéndose cada año ir aumentando una Compañía o mitad de la Guardia Civil y disminuyendo los Mozos de Escuadra, conforme la Guardia Civil fuese acreditándose echando las raíces consiguientes en el país y sustituyendo en todos los cometidos a las Escuadras". Pero aquella propuesta del Duque de Ahumada no prosperó, aun cuando estuvo inspirada por la mejor intención, por "ser evidente -según propia expresión- que dos Cuerpos distintos encargados de un mismo servicio sin centro común por lo menos que les dé igual dirección se rozarían, y rozándose se quitan el prestigio indispensable uno a otro acabando por perderlo", pues la Real Orden del propio Ministerio de la Guerra de 13 de septiembre del mismo año, que firmaba Narváez, decía que habiendo dado cuenta a la Reina de sus escritos (iba dirigida al Capitán General de Cataluña) "reducidos a mnifestar la verdad y conveniencia de que se conserve inalterable en su actual sistema el Cuerpo de Escuadras de ese Principado y enterado, como igualmente de lo expuesto por el Inspector General de la Guardia Civil sobre el particular, y apreciando en lo que valen los servicios que prestan dichas Escuadras, lejos de alterarlas y reformarlas, se ha servido (la Reina) resolver que las mencionadas Escuadras de Mozos subsistan en los propios términos y dependencias en que se hallan constituidas". LAS ESCUADRAS HASTA EL ADVENIMIENTO DE LA REPÚBLICA. CONCESION DE BANDERA.Si intensas fueron las vicisitudes de las Escuadras durante el siglo XIX, sujetas siempre a los vaivenes políticos de la época, no le van a la zaga las sufridas en el pasado, en cuyo transcurso han experimentado también sensibles alternativas orgánicas, las más de las veces atemperadas igualmente a las circunstancias del momento.
En 1915 la Diputación Provincial de Barcelona realiza una encuesta entre las Corporaciones municipales de la provincia a fin de decidir si era necesario mantener o eliminar el Cuerpo. La pregunta era: ¿Cree conveniente ese Ayuntamiento para los intereses generales de la provincia el sostenimiento de los Mozos de Escuadra?. Las respuestas fueron generalmente satisfactorias por parte de todos los componentes de los mismos, "entre los cuales hubo alguno que en plena sesión y al preguntar el alcalde después de leída la comunicación de la Diputación, la opinión de sus compañeros de Consistorio, respondió: Esto no se ha de discutir; que se conteste que queremos Mozos". No obstante, en 1917, como consecuencia de ciertos sucesos políticos, la Diputación acordó suprimir el Cuerpo por amortización de las plazas que fuesen vacando. Cuatro años después volvió a reorganizarlo, siendo suprimida la nota de amortización que sobre él pesaba. Desde la reorganización de 1892 hasta el año 1921 los Cabos y Oficiales eran elegidos por antigüedad entre los del empleo inmediato del mismo Cuerpo, quedando estacionados los ascensos a partir de esta fecha en la categoría de Sub-Cabo, reservándose los destinos de Cabo a Oficiales del Ejército. En la década de los años veinte el Cuerpo constaba de 1 Jefe, 7 Cabos (Capitanes y Tenientes de la escala activa del Ejército), y 225 Mozos (entre mozos de 2.ª, de 1.ª y Sub-Cabos). Estaban distribuidos en Puestos situados en sesenta localidades de la provincia de Barcelona, además de cuatro en la capital (Palacio Real de Pedralbes, Montjuich, San Juan dels Horts y Vallvidriera), que se agrupaban en siete Escuadras, mandada cada una por un Cabo, ubicadas en Barcelona, San Cugat del Vallés, La Garriga, Monistrol, Torelló, La Granada y Sallent. En Real Orden de 27 de febrero de 1925 (C.L. núm. 49) se decía al Capitán General de la 4ª Región Militar lo siguiente : "Excmo. Señor : En vista del escrito de V.E. de fecha 12 de noviembre último, manifestando que el Jefe de los Mozos de Escuadra de Barcelona, ha solicitado se conceda a dicho Cuerpo una Bandera Nacional de las que llevan las fuerzas en formación; teniendo en cuenta el elevado espíritu de patriotismo que impera en los referidos Mozos, el Rey (q.D.g.) de acuerdo con el Directorio Militar ha tenido a bien conceder al expresado Cuerpo la Bandera solicitada.". Esta concesión fue una de las mayores satisfacciones que podía recibir el Cuerpo, mandado en aquella fecha por el Teniente Coronel de Infantería, diplomado, don Juan Oller y Piñol; pudiéndose considerar como la más memorable fecha de su larga historia la de la entrega a sus fuerzas de tan preciado galardón. La enseña, primorosamente bordada, regalada al Cuerpo por don José E. de Olano, Conde de Figols, Presidente de la Diputación barcelonesa al tiempo de su concesión, fue apadrinada por S.A.R. la Infanta Doña Beatriz, y bendecida por el Obispo de Barcelona Monseñor don José Miralles Sbert. El acto de la entrega, que tuvo lugar el 28 de mayo siguiente, revistió la mayor solemnidad. Fue presidido por SS.MM. los Reyes de España, las Infantas Dª Beatriz y Dª Cristina, Presidente del Directorio Militar, General don Severino Martínez Anido, autoridades barcelonesas y con asistencia de toda la guarnición. Sin embargo, a la caída de la Dictadura, como ya se ha dicho anteriormente, se promovió -en forma especial por parte de ciertos sectores vallenses- una campaña de Prensa opuesta a las Escuadras, posiblemente por las distinciones que tan recientemente habían recibido; el Real Decreto de la Presidencia de 14 de agosto de 1930 (C.L. núm. 289), en su artículo primero disolvía el Cuerpo, quedando en situación de disponible forzoso sus Oficiales, y los Sub-cabos y Mozos pudieron continuar prestando sus servicios en el mismo, porque el artículo segundo del propio Decreto lo constituía de nuevo, disponiendo siguiese hasta su extinción con la organización militar y bandera que hasta entonces tenían, la cual quedaba depositada en la Diputación Provincial, y siempre que tuviese que desplegarse en ceremonias fuera del local tenía que ser con arreglo a lo que disponen las Ordenanzas Militares. Este Decreto confiaba su mando a un Jefe del Ejército de categoría de Comandante o Teniente Coronel, auxiliado por tres Capitanes y un Teniente en calidad de abanderado, quienes debían ser de cualquier Arma o Cuerpo, pero procurando hubiese representación de todos, aunque con la circunstancia indispensable de ser nacido en Cataluña y poseer el catalán. EL ESTATUTO CATALÁN.La Generalidad de Cataluña, institución medieval resucitada al advenimiento de la República, a partir de la aprobación del Estatuto por Ley de 15 de septiembre de 1932 en que Cataluña se constituyó en Región autónoma dentro del Estado Español, es, prodiga en legislación en torno al Cuerpo de Mozos de Escuadra. Ya poco antes había acordado un aumento de cuatro Sub-Cabos de primera y otros cuatro de segunda en sus plantillas. Apenas sancionado dicho Estatuto, un Decreto de la Presidencia de la Región autónoma de 3 de octubre de 1332 (B. de la Gen. de Cat, núm. 19 ), atendiendo a que todas las atribuciones que antes tenía la Diputación Provincial de Barcelona respecto al Cuerpo pasaban a la Generalidad, y ante la conveniencia de que dichas funciones estuviesen concentradas en una sola mano, lo adscribía directamente bajo la jurisdicción de su Presidencia, ostentada por don Francisco Maciá ; y por otro lado en Lérida a los pocos días (14 de octubre, Boletín de la Gen. de Cat. núm. 20), tomaba la denominación de "Esquadres de Catalunya", extendiendo su servicio peculiar de guardería rural a todas las comarcas catalanas, siendo ampliada su plantilla en 100 mozos a partir del 15 de noviembre siguiente, como consecuencia de cuyo aumento la Sección de Barcelona pasó a constituir y denominarse Escuadra de Barcelona. El artículo 8 a del Estatuto establecía la creación de una Junta de Seguridad para una coordinación permanente en materia de orden público en la región catalana, formada por representantes del Gobierno de la República y de la Generalidad y por las Autoridades superiores que dependientes de una y otra prestarán servicio en territorio regional. Quedó constituida por Decreto de 22 de abril de 1933, bajo la presidencia del Ministro de la Gobernación, formando parte de ella, entre otros, el General Jefe de la 4ª División Orgánica (habían sido suprimidas las Capitanías Generales), el Inspector General de la Guardia Civil (tampoco era Dirección General), el General Inspector de la 1.ª Zona (Barcelona), que más tarde pasaría a ser la 5.ª, y el Comandante Jefe de los Mozos de Escuadra; estos dos últimos como Consejeros. Un Decreto de la tan repetida Generalidad de 18 de enero de 1934 (B.O. de la Gen. de Cat. núm. 24), en vísperas del traspaso del orden público a Cataluña, dispuso que el Cuerpo quedara adscrito al Departamento de Gobernación; y por otro de 22 del mismo mes se crearon catorce Puestos nuevos en otros tantos pueblos de las cuatro provincias, compuesto cada uno de un Mozo encargado y otro auxiliar para velar por la riqueza forestal pública y privada.
Otra disposición de igual rango de 24 de enero de igual año del Gobierno de la República y de 29 de los mismos de la Región catalana, poniendo en vigor un acuerdo de la antes citada Junta de Seguridad, traspasaba a la Generalidad los servicios de las Escuadras, que quedaron dependientes exclusivamente de la misma al ser asumidas todas aquellas atribuciones que sobre dicho Cuerpo tenían los Ministerios de la Gobernación y de la Guerra, por el Consejero de Gobernación de la Región autónoma. Sus mandos pasaron a ser del Ejército, Carabineros o Guardia Civil, siendo varios los Jefes y Oficiales de este último que prestaron servicio en las Escuadras, cuya Jefatura ostentaba un Jefe de la Guardia Civil al iniciarse la guerra civil. Por parte de la Generalidad -queriendo ignorar aquella campaña adversa que tuvieron unos años antes, en la que incluso se deseaba su disolución- se les va dando un acusado matiz político, que culmina con su desafortunada actuación en los sucesos revolucionarios del 6 de octubre de 1934 -el octubre rojo español-, en que Luis Companys, Presidente de la Generalidad -en cuyo Palacio se resistieron los Mozos de Escuadra a1 mando de su Jefe el Comandante de Artillería don Enrique Pérez Farrás frente a las fuerzas del Ejército mandadas por el de igual empleo y Arma Fernández Unzué-, proclama el "Estat Catalá" dentro de la República Federal Española, aunque su duración sería tan sólo de diez angustiosas horas. En el mes de marzo de 1935 la organización del Cuerpo era la siguiente:
Este personal estaba distribuido entre 89 Puestos situados en Barcelona -Capital y pueblos de su provincia, constando la mayoría de ellos tan sólo de un Mozo de 1.ª y otro de 2.ª. Existían además 5 Puestos de Guardería Rural y otros 21 afectos al servicio forestal, extendidos estos últimos por toda Cataluña. Este conjunto de Puestos se agrupaban en cuatro Escuadras, al mando cada una de ellas de un Oficial-Cabo, situadas en Barcelona, La Garriga, Piera y Monistrol. El Decreto del Ministerio de la Gobernación de 16 de septiembre de 1935 dispuso que las funciones de inspección y disciplina sobre el Cuerpo de Mozos de Escuadra y otros de carácter regional o local fuesen ejercidas en hombre de dicho Departamento por el Instituto de la Guardia Civil, desempeñándola los Generales del mismo en sus respectivas Zonas. Una orden, del mismo Ministerio de 23 de octubre siguiente creaba una Junta para coordinar los servicios de Orden Público en Cataluña, de la que formaba parte como Vocal el General Jefe de la 5.ª Zona de la Guardia Civil, actuando como Secretario el Comandante Jefe de los Mozos de Escuadra. Por la circunstancia de no existir un Reglamento orgánico del Cuerpo con la fuerza legal debida que determinara su función y cometidos peculiares, así como los deberes y obligaciones de su personal y reglas de disciplina por que debería regirse, se encomendaba a dicha Junta el urgente estudio y redacción de un Reglamento dividido en su estructura en tres partes : Cartilla, Reglamento para el servicio y Reglamento militar, ajustado en sus principales fundamentos a los de acendrada moral, elevado espíritu militar, lealtad y disciplina que han caracterizado siempre a los individuos de este Cuerpo abnegado, heroico y de honda tradición popular. Sin haber llegado a ser realidad el Reglamento que tenía que elaborar aquella Junta, llegamos al año 1936 y, por ende, al triunfo del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero, como consecuencia del cual el rumbo de la política española marca en su brújula un giro sensible y considerable que afecta directamente al orden público. Restablecida la Junta de Seguridad de Cataluña por Decreto de 9 de mayo, a propuesta de la misma, por otro de 2 de junio siguiente fueron derogadas todas las disposiciones gubernativas "que habían alterado el estado de derecho establecido mediante acuerdos o propuestas de dicha Junta", por lo que nuevamente se reintegran a la Generalidad los servicios de orden público y por consiguiente las Escuadras, estableciéndose para ello un periodo transitorio de dos meses. De nuevo las Escuadras, que quedan en la misma situación en que estaban antes de la revolución de octubre, merecen la mayor atención del Gobierno catalán autónomo, que ante la necesidad de cubrir las vacantes existentes y "habiéndose puesto de manifiesto la necesidad inaplazable de redactar un nuevo Reglamento, los trabajos preliminares del cual se están ya realizando", estableció para el ingreso en sus filas la talla mínima de 1.700 mm. y la edad comprendida entre los veintiuno y treinta años (Decreto de 4 de junio de 1936; Boletín Oficial de la Gen. de Cat. núm. 159). LAS ESCUADRAS DURANTE LA GUERRA CIVIL.Apenas iniciada la Guerra Civil, por Decreto de 28 de septiembre de 1936 (B.O. de la Gen. de Cat. nÚm. 275 ), de la Presidencia de la Generalidad, a la que amnistiado había sido repuesto Companys, se crea la escolta Presidencial, que quedó integrada por elementos del Cuerpo de Escuadras de Cataluña, y al Comandante y Capitán 2.ª Jefe de ellas, además de las funciones que reglamentariamente correspondían a su cargo, se les dio la consideración de Ayudantes del Presidente. Por otro de 28 de abril de 1938 (B.O. de la Gen. de Cat. núm. 121), dicha escolta pasaba a formar una Unidad autónoma dentro del Cuerpo, aumentándose su plantilla, que quedó fijada en 1 Jefe, 1 Mayor (el empleo de Comandante se llama Mayor en el Ejército Republicano), 4 Tenientes-Cabos, 10 Sub-Cabos, 30 Mozos de primera y 160 de segunda. Posteriormente, todavía se aumentó en 1 Sub-Cabo, 3 Mozos de primera y 15 de segunda "ante la conveniencia de aumentar la potencia de fuego de dicha Unidad con armas automáticas" para la organización de un "Escamot ametrallador" (un pelotón), según Decreto de 7 de septiembre de 1938 (B.O. de la Gen. de Cat. núm. 252). Un nuevo Decreto de la Generalidad, de 14 de septiembre de 1936 (B.O. d8 la Gen. de Cat. núm. 263), establecía nuevos sueldos (en esta disposición a los mandos se les denomina Brigadas, Sargentos y Cabos) y pensiones por jubilación, señalando para esta la edad de cincuenta y seis años; y por otro de 2 de diciembre siguiente (B.O. de la Gen. de Cat. núm. 339), las Escuadras se desintegran del Departamento de Seguridad Interior, quedando adscritas, como ya lo habían estado anteriormente, a la Presidencia. Un Decreto de 11 de mayo de 1938 (B.O. de la Gen. de Cat. núm. 133) fija su plantilla en la siguiente: 1 Jefe, 1 Comandante, 3 Capitanes-Cabos, 10 Tenientes-Cabos, 34 Sub-Cabos, 87 Mozos de primera y 474 Mozos de segunda, además de la correspondiente a la Escolta Presidencial; y en una Orden de 18 de octubre siguiente, que inserta el Boletín Oficial de la tan repetida Corporación regional núm. 313, se relacionan nominalmente todos los integrantes del Cuerpo, en la que figuran: 14 Tenientes-Cabos interinos, 45 Sub-Cabos, 123 Mozos de primera y 648 Mozos de segunda. Durante esta época son muchas las disposiciones que se publican relacionadas con las Escuadras de Cataluña referentes a ingresos, ascensos, ceses, nombramientos, etc. (en 21 de mayo de 1938, ya con el empleo de Coronel de Artillería, se vuelve a nombrar Jefe de ellas a don Enrique Pérez Farrás), siendo una de las últimas el Decreto de 4 de enero de 1939 (B.O. de la Gen. de Cat. núm. 6), casi al final de la campaña en Cataluña, estableciendo la situación de excedencia, que podía ser forzosa o voluntaria, pasando a ella sus miembros que luchaban en el frente con otras Unidades. En el transcurso da la guerra ingresó en las Escuadras de Cataluña un buen número de personas, que al ser movilizadas sus quintas encontraron en ellas un medio de librarse de ser destinadas al frente, pues aunque aisladamente luchara alguno en otras Unidades del Ejército, nunca fué formando Unidad completa, sino que su servicio fue el de orden público en la retaguardia, custodia de edificios y monumentos, control de cosechas en los medios rurales, etc. Tuvieron con tal motivo alguna intervención en los sucesos acaecidos en Barcelona en el mes de mayo de 1937, en cuya ocasión, al realizar una treintena de mozos una descubierta para desalojar a los revoltosos de las barricadas levantadas en las proximidades de la Generalidad, cuyo Palacio custodiaban, "cuando se encontraron a la altura de la barricada fueron agredidos con bombas de mano... resultando herido en la cara, por rebote de una bala, el Teniente Coronel Gavari", que los mandaba. Sin que exista disposición alguna que disuelva o suprima el Cuerpo, quedó extinguido al tomarse Barcelona en 26 de enero de 1939 y ocuparse pocos después la totalidad del territorio catalán por el Ejército nacional; habiéndose reconocido a algunos de sus componentes la pensión de jubilación que por sus años de servicio les correspondía. LOS MOZOS DE ESCUADRA HASTA 1.971.Varios años más tarde, posiblemente reconsiderando la profunda raíz histórica, popular y tradicional de esta Institución, por Decreto del Ministerio de la Gobernación de 21 de julio de 1950, se dispuso la creación de una Sección de Mozos de Escuadra por la Diputación Provincial de Barcelona, a cargo de la cual corre su sostenimiento. Esta Sección tiene carácter militar y depende -como de antiguo- del Ministerio del Ejército para organización y disciplina a través del Capitán General de la 4.ª Región, que es su Inspector nato. Sus componentes continúan sujetos a las Ordenanzas Militares y al Código de Justicia Militar, con la consideración de fuerzas de orden público y limitada concretamente su actuación a la vigilancia y mantenimiento del orden en el Palacio Provincial, Residencia Presidencial y cordón técnico exterior de seguridad de dichos edificios.
El Cuerpo se rige actualmente por un Reglamento aprobado por Decreto de 20 de abril de 1951 (B.O. del Estado núm. 117), en el que además de establecer las condiciones de ingreso, ascensos, retiros, castigos e invalidación de notas, uniformidad y armamento, etc., señala una plantilla de un Capitán Jefe, un Teniente 2.° Jefe, tres Mozos de primera, siete de segunda y treinta de tercera, la cual fue aumentada por el número 277/61, de 16 de febrero (Boletín Oficial del Estado núm. 50), hasta cuatro Mozos de primera, nueve de segunda y treinta y siete de tercera, cuyo nombramiento es efectuado por el Presidente de la Diputación de Barcelona y sometido a la aprobación del Capitán General. Los Mozos de segunda están asimilados a Cabo, y los de primera, a Sargento, cuyos servicios y divisas, receptivamente, desempeñan y ostentan, habiéndoseles concedido a estos últimos por Ley 161/65, de 21 de diciembre (Boletín Oficial del Estado núm. 306), el derecho a la obtención de la Cruz a la Constancia en el Servicio al reunir las condiciones y requisitos indispensables. Es de notar que a través del tiempo perdura y conserva -con pequeñas y no sustanciales variaciones en algunas prendas- su viejo uniforme azul marino, compuesto por la tradicional chaquetilla de bocamangas y cuello rojo, ribetes de cinta y cordón blanco con doble hilera de doce botones plateados; chaleco, por debajo del cual sobresale ligeramente una faja encarnada; gorra de plato, y como prenda de abrigo capa azul marino oscuro con vueltas coloradas. Se mantiene su elegante sombrero de copa alta, con galón y escarapela nacional en el lado izquierdo, guantes y calcetines blancos y las humildes "espardenyas de pagés" (alparga.tas de payés) de cinta negra, en sustitución del zapato, únicamente para las grandes solemnidades y días de gala en los que la presencia de la Institución destaca por su marcado y armonioso contrapunto de tipismo, antiguas glorias y sabor tradicional que pone a los actos a que concurre. HECHOS HISTÓRICOS.La bandera concedida a ]as Escuadras de Cataluña no es sino un rico tul recamado de hechos gloriosos trenzados con hebras de heroísmo y valor, de abnegación y sacrificio a lo largo de su dilatada aunque intermitente existencia. Las páginas del libro de su historia que le llenan de orgullo y lo cubren de gloria se abren con la defensa de Valls contra el ataque de que fue objeto en el año 1719, cuando apenas se había iniciado su vida oficial. Pedro Juan Barceló, apodado "Carrasclet", era el hijo de un carbonero de Capsanes (Tarragona), que en defensa de una hermana dio muerte a un soldado de Felipe V que quiso atropellarla. Huido de la persecución y de la Justicia, formó una partida de facinerosos que actuó por diversas comarcas, pasando finalmente a Francia al término de la guerra de sucesión, de donde regresó al cabo de unos años. El odio que tenía a la familia Veciana y a sus Mozos era mortal, por lo que lo habían perseguido y acosado. El día 5 de diciembre de 1719 se presentó a las puertas de Valls "al frente de 500 infantes y 100 jinetes procedentes de varias partidas reunidas bajo su mando. Veciana reunió sus Mozos; acudió a Valls la Escuadra de La Selva; se armó un somatén de unos 300 hombres", logrando Veciana y los suyos impedir "a costa del mayor riesgo que el sedicioso Caudillo Carrasclet y la multitud que le seguía se apoderaran de Valls, saliendo padre a hijo gravemente heridos de esta última función y de resultas quemadas sus casas y haciendas en venganza de su defensa, por el odio mortal de los sediciosos, que no contentos con los referidos daños, prendieron y enteramente robaron en crecida cantidad, a un hermano de Veciana por cuya vida fue preciso buscar entre parientes y amigos la cantidad de 200 doblones en que la apreciaron los facinerosos".
Son de importancia relatar también, aunque muy brevemente, las fechorías de "La Pera", que fue otro forajido vallense, caído finalmente en manos de las Escuadras. Se llamaba Juan Serra, y fue apodado "La Pera" porque siendo niño entró con otros en un huerto a coger y comer peras, por cuyo motivo fue castigado por el dueño del huerto, a quien amenazó diciéndole "Los pequeños se hacen grandes." Y efectivamente, cuando fue mayor asesinó fríamente a aquel indefenso anciano que años antes le había corregido. Cometió otros muchos robos y crímenes, iniciados con la muerte del Sargento que mandaba el grupo del que formaba parte como soldado en plena guerra de la Independencia; "pero finalmente fue apresado por las Escuadras y ajusticiado en 19 de diciembre de 1815". En aquellos lejanos tiempos eran frecuentes los robos sacrílegos en ermitas, iglesias y conventos, porque allí se guardaban habitualmente joyas pertenecientes a las imágenes que en tales lugares se veneraban, aparte del valor material de los vasos y otros objetos sagrados. Abundaron también los casos de secuestros para obtener lucrativos rescates por las víctimas, fenómeno este originado especialmente por la proliferación de Bancos, que permitieron a las gentes guardar sus ahorros y productos de las cosechas, y dejar de esconderlos y ocultarlos en sus casas, con lo que ya no era beneficioso el asalto a las masías y casas de campo en los que antiguamente siempre se hallaban tesoros ocultos. Entre estos secuestros cabe destacar el del joven Miguel Ramoneda, vecino de San Quintín (Barcelona), hecho ocurrido en Julio de 184 y en el que los bandidos pedían a su familia cuatrocientas onzas por su rescate. Sin embargo, éste lo logró la acertada intervención de las Escuadras al mando del Cabo Vidal, de la de Arbós, después Comandante del Cuerpo, que en lucha cuerpo a cuerpo con los secuestradores lograron la muerte de uno de ellos, no sin antes haber perdido un Mozo su vida en tan abnegado empeño, pues sin la atrevida y arriesgada sorpresa de los Mozos debida a la experiencia, exquisito tacto y valor personal a toda prueba del Comandante actual de las Escuadras don José Antonio Vidal, el rescate de Ramoneda era, si no imposible, muy problemático. Sería interminable el relato de las acciones en que los Mozos de Escuadra tomaron parte, de los que existen profusos documentos, especialmente multitud de partes de sus Cabos dando cuenta de sus intervenciones, entre los que es tentador transcribir por la importancia que tiene, léxico empleado y sencillez de sus expresiones, uno del Cabo de la Escuadra de Valls, que dice así: Era tanta la actividad, decisión y eficacia de las Escuadras, que el Ministro de la Guerra, Conde de Ricla, por orden de S.M. encardó a don Felipe Veciana, tercer Comandante del Cuerpo, "... pasar al reyno de Granada en 1772 para perseguir y exterminar a los malhechores que en crecidas quadrillas perturban la tranquilidad y el sosiego de aquel Reyno, cuya diligencia practicó a las órdenes de don Nicolás de Pineda, Oidor de aquella Chancillería con tal esmero y eficacia que motivó a otro Ohidor no sólo dar gracias al suplicante, si también trasladarlo a noticia de los Ministros de S.M. de Guerra y Justicia...". Oterino Cervelló. |