CAZADORES DE MONTAÑA.




Por Real Decreto dado en Jaén el 31 de marzo de 1810 se ordenó la organización de un nuevo Cuerpo de Orden Público, bajo el apelativo de Cazadores de Montaña de Infantería (o Caballería). Se pretendió el establecimiento de varias compañías y dedicadas con exclusividad a la persecución de malhechores. Estos malhechores, hay que aclarar, no eran otros que las muchas partidas de guerrilleros, únicamente en estos casos, acreedores a tal apelativo. Guerrillero -no nos cansamos de insistir- es el patriota que lucha con todos los medios imaginables contra un ejército invasor de su propio país. Las demás conceptuaciones del vocablo son erróneas.

Como reclamo para la recluta elegida entre voluntarios que no “estaban en servicio activo, con buena conducta y destreza en el manejo de las armas”, extraídos entre clases acomodadas, se ofrecía la preferencia para ingresar en el Cuerpo general de Gendarmería, cuya organización se haría brevemente.

Análogamente al anterior de la Milicia Cívica, se pretendió que los Cazadores tomaran carácter nacional. Así exponía el decreto:
“Se establecerá en todas las provincias una fuerza que reprima los desordenes públicos, proteja las comunicaciones de personas bienes y asegure las propiedades y quietud de todos. Los generales gobernadores propondrán el número, fuerzas y clases de compañías que necesitan. Estas compañías se llamaran Cazadores de Montaña Infantería y Caballería.”

Todos los componentes tendrían un sobresueldo, además de los uniformes y utensilio, que serían sufragados mediante un impuesto especial.

De verdaderamente insólito puede calificarse el preámbulo del decreto dado en Jaén para la organización de los Cazadores de Montaña. “Considerando -decía en uno de sus párrafos- que la imprudente temeridad de los que han fomentado la revolución en España han dejado sin freno las pasiones de las heces del populacho y aumentado el número de malhechores, queriendo, en cuanto a las circunstancias actuales lo permitan, restituir a su vigor y autoridad las leyes y magistrados; visto el informe de nuestro ministro de la Guerra, hemos decretado...”

Dado que el personal de estos Cuerpos había de componerse de “voluntarios españoles”, su realización no pasó de pura quimera. A excepción de los acomodaticios y “afrancesados”, la mayoría ingresaban con el solo propósito de proveerse de armamento para luego desertar y engrosar las guerrillas patrióticas.

Aguado.